Un raro acto de cordura
En 1998, Francia dictó la ley que redujo a treinta y cinco horas semanales el horario de trabajo.
Trabajar menos, vivir más: Tomás Moro lo había soñado, en su Utopía, pero hubo que esperar cinco siglos para que por fin una nación se atreviera a cometer semejante acto de sentido común.
En 1998, Francia dictó la ley que redujo a treinta y cinco horas semanales el horario de trabajo.
Trabajar menos, vivir más: Tomás Moro lo había soñado, en su Utopía, pero hubo que esperar cinco siglos para que por fin una nación se atreviera a cometer semejante acto de sentido común.
Por una vez, al menos, hubo un país que se atrevió a desafiar tanta sinrazón.
Pero poco duró la cordura. La ley de las treinta y cinco horas murió a los diez años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario