jueves, 19 de enero de 2012

LAS ARTIMAÑAS DE MICHEL CAMDESSUS

      ¿Quién dijo: "Argentina tiene una historia que contar al mundo: una historia sobre la importancia de la disciplina fiscal, los cambios estructurales y una política monetaria que se aplica rigurosamente"? Michel Camdessus. Fue el 1 de octubre de 1998, en la sede del FMI. Se sabe ahora cuál fue la continuación de la historia: un derrumbe industrial, una explosión de miseria.






(...)Pero en sus trece años de reinado en el FMI pudo aplicar su programa. Resultado: una decena de severas crisis financieras. Cada vez, las soluciones impuestas agravaron las crisis, cuando no las provocaron sencillamente. Ese fue el caso de México (1994); Tailandia (1997); del conjunto de las economías del Sudeste Asiático (1997-1998); Rusia (1998); Brasil (1999). El experto abandonó su cargo antes de comprobar los daños de su política en Turquía (2001) y sobre todo en Argentina (2001-2002). "Tenía la ilusión de ser un arquitecto -explicó el 


19-6-00 en París frente a la asamblea de la Compañía Francesa de Seguros para el Comercio Exterior (COFACE)-; fui sólo un bombero." Sí, pero un bombero pirómano.
La crisis indonesia resume por sí sola el método Camdessus. Partícipe del "milagro asiático", Indonesia padeció durante el verano de 1997 la ola especulativa que afectaba a Tailandia, antes de propagarse a Malasia, Hong Kong y Japón. Los miles de millones de dólares invertidos en el sector inmobiliario y en la Bolsa -lo que los expertos del FMI consideraban una muestra de la exitosa liberalización de los mercados financieros indonesios- se fugaron del país; la rupia perdió el 80% de su valor; el sector inmobiliario se derrumbó, el Estado se endeudó para tratar de contener la marea. En vano.

El peso de las cifras

El gobierno recurrió entonces al FMI y al Banco Mundial (BM), que le prestaron unos 25.000 millones de dólares, reservándose el derecho de aplicar un "programa de ajuste estructural" de apariencia técnica: "mejorar la eficacia de los mercados" 5; "ajustar la política monetaria y presupuestaria"... En la práctica, esto se tradujo en la suspensión de los subsidios a los productos de primera necesidad y en el alza súbita de los precios: un 200% la electricidad, un 50% la leche y un 36% el arroz, entre agosto de 1997 y enero de 1998 6. Las tasas de interés se dispararon (un 40% para una inflación del 12%), haciendo explotar las deudas; se produjeron quiebras en cadena; cerraron los bancos; se derrumbaron el empleo y los salarios. Para reprimir los tumultos generados por el hambre, el gobierno ordenó disparar contra la multitud: 5 muertos. El caos fue total, resurgieron las divisiones étnicas. Indonesia aún no se ha recuperado.

(...)"Cuando recuperamos los equilibrios presupuestarios, debemos saber que tal vez desaparezcan programas que permiten a los niños ir a la escuela, que tal vez desaparezcan programas de salud para los más carenciados". Y agregó: "Debemos hacer un debate donde las cifras no tengan más peso que los seres humanos". Lástima que tres años más tarde el BM haya olvidado estas buenas intenciones para imponer a Argentina un programa de austeridad que haría implosionar al país... pero que contribuiría a pagar a los acreedores 9. Se trata de un principio: bancos, multinacionales y gobernantes corruptos salen airosos de cada crisis, gracias a los fondos públicos y a los préstamos del FMI. Para los expertos, se trataría de un mal necesario al que además le encontraron un nombre, "el riesgo moral".

(...)Pero, como "las inversiones son enormes y se amortizan a largo plazo", Camdessus propone una "alianza público-privado". La fórmula parece seductora, pero cada vez que se experimentó este reparto, el único en sacar provecho de él fue el sector privado.
En Francia, esta fórmula bautizada "concesión de servicio público" tuvo cierto éxito en las municipalidades, durante la década 1990. Para éstas, a menudo endeudadas, el aporte del financiamiento privado parecía una solución. El balance realizado por el Tribunal de Cuentas o el Parlamento es inapelable: fondos desviados en favor de representantes electos o de partidos políticos, infraestructuras abandonadas, facturas poco claras, precios en alza... "Cuando se confía el servicio público del agua a una empresa privada, la factura es de un 30% a un 40% más cara", señala Marc Laimé, autor de una profunda investigación 15. Por esta razón, algunos representantes electos decidieron que el servicio de agua y/o saneamiento de su ciudad volviera a estar en manos del sector público.

(...)Estos fracasos reiterados no alteran para nada las convicciones de Camdessus. Simplemente, el ex patrón del FMI aboga por un nuevo reparto de las aguas. En efecto, afirma en su informe, "no puede esperarse que las empresas internacionales desempeñen un papel significativo en el sector rural o en comunidades muy aisladas", pero en las zonas "de urbanización galopante, su papel puede ser decisivo". Moraleja: los pobres para el sector público, los mercados rentables para el sector privado... Tanto peor para la distribución equitativa, que constituye la base misma de la igualdad y el acceso al agua para todos.

(...)Su consigna es clara: seguridad para los capitales e inseguridad para los seres humanos. Se la encuentra en su informe sobre la situación francesa. Eliminar la seguridad (relativa) otorgada por el contrato de trabajo por tiempo indeterminado, porque impide a las empresas "deshacerse del trabajador que ya no les conviene" (se conocían los despidos por conveniencia bursátil, ahora vienen los despidos por conveniencia a secas). Eliminar la posibilidad de recurrir a la justicia en caso de despidos abusivos o ausencia de plan social, que genera "una inseguridad jurídica" insoportable a la patronal. En cuanto al "empujón al SMIC" (¡0,42 euro por hora, al 1-7-04!) 16, es demasiado oneroso para mantenerlo. Lo más inquietante es que estas recomendaciones adquieren fuerza de ley.

(...)Es en nombre del "valor trabajo recuperado" que se incrementa el trabajo de unos dejando a los demás estancados en el desempleo. En cuanto al "valor capital", ha desaparecido. Sin embargo, Patrick Artus, jefe de estudios de la Caja de Depósitos y Consignaciones -y miembro de la comisión Camdessus- se preocupaba, en un estudio interno, en septiembre de 2004, por "la baja de parte de los salarios en beneficio de los ingresos del capital (...) que plantea una cuestión de equidad entre salario y accionistas y una cuestión de eficacia (porque) la baja de los salarios genera también la baja del consumo" 17.
Pero no hay huellas de estas pertinentes observaciones en el informe. Hay verdades que no conviene decir.

AUTOR: Martine Bulard

De Le Monde Diplomatique edición española. Enero 2005 (P-11)

No hay comentarios:

Publicar un comentario