La Habana. 29 de febrero 2013.
Dice Martí: “No merece escribir para los hombres quien no sabe amarlos
Quiero agradecerle primero a Armando Hart, a todos los compañeros y
compañeras que han organizado este importantísimo evento, por haber tenido la
gentileza de invitarme. Quiero agradecerle al amigo Atilio Borón, de haber
tenido también la amabilidad, la gentileza, de haber cedido el puesto de hoy
para que yo pudiese hablar mientras que el habló ayer, en la medida en que
también tengo que disculparme porque no pude llegar a tiempo ayer para la
conferencia que estaba prevista el primer día de este congreso por razones
técnicas del viaje.
Quiero también expresar mi placer, mi alegría de estar de nuevo aquí en este
país, en este pueblo, con este pueblo revolucionario; es siempre para mí una
gran alegría, un gran placer hallarme aquí.
Estamos todos, me imagino, aún bajo el shock, la conmoción brutal, de
una de las mayores manipulaciones mediáticas de la historia: la que cometió el
diario El País, de Madrid, el jueves pasado, como saben ustedes, cuando publicó,
en portada y en todas sus ediciones digitales, una fotografía falsa, en la que
supuestamente, aparecía entubado, en plena operación quirúrgica,
pretendidamente, el presidente venezolano Hugo Chávez, a quien desde aquí
quisiera que enviásemos un gran abrazo de amor y de solidaridad; con nuestros
deseos de que se restablezca lo más pronto posible.
Esa foto, como saben, era falsa; está demostrado. El propio periódico admitió
finalmente que la fotografía era falsa y retiró su edición, pero decenas de
miles de ejemplares habían circulado ya. Lo que digo y lo que pensamos es que
aunque hubiese sido auténtica esa foto, el crimen contra la ética no hubiese
sido menor, por tratarse de un atentado contra la vida privada, íntima, de
cualquier persona y por tanto ese diario demostró en cierta medida un desprecio
del ser humano; y yo quisiera recordar aquí tres citas de José Martí como
periodista y como teórico del periodismo sobre esta cuestión del comportamiento
del periodista, ante un problema ético y moral.
Dice Martí: “No merece escribir para los hombres quien no sabe amarlos”; como
demostró ese diario que no sabe amar a los hombres.
Dice Martí: “Si el periodismo ha de ser un culto, que lo sea a la virtud; no
debe hacerse de la pluma arma de satírico, sino espada de caballeros”, cosa que
no supo hacer ese periódico de Madrid;
Y dice Martí: “Da grima, da pena, creer que puede haber criaturas que por
dinero, abran a los paseantes esta arca santa de los pueblos que debe ser la
prensa. No hay monarca como un periodista honrado”.
O sea, que Martí ya había previsto casos como esto desde hace siglo y medio y
ya anticipaba precisamente qué tipo de reglas morales hay que tener ante ciertas
situaciones. Ese acto deshonroso del diario El País, demuestra el nivel
miserable en el que ha caído una cierta prensa que se pretende objetiva y hasta
progresista, pero que revela aquí en esta situación, en este tipo de
situaciones, una vez más, su obsesión sistemática contra la Revolución
Bolivariana; igual que la muestra contra la Revolución Cubana, igual también con
la Revolución Ciudadana de Ecuador.
Este nuevo atentado mediático contra Chávez, forma parte de la campaña de
intoxicación permanente que muchos medios internacionales, realizan contra las
experiencias progresistas que se están llevando a cabo hoy en América Latina en
un marco perfectamente democrático. Aquí en América Latina, son los grupos
mediáticos locales los que se hacen eco de esas campañas internacionales con sus
propias guerras sucias contra los gobiernos progresistas. Es importante ver como
hoy, son los medios de la oligarquía, los que han asumido un rol político de
oposición contra los gobiernos democráticos neo progresistas.
Es una batalla violenta que se está llevando a cabo en Venezuela, pero
también en Ecuador, en Bolivia, en Argentina, en Brasil y en otros países, donde
los latifundistas mediáticos tratan de frenar —a veces con manipulaciones— las
reformas progresistas democráticas que se están llevando a cabo. En algunos
países como Honduras y Paraguay son los medios los que han tomado la dirección
ideológica de la contrarrevolución y alentado y acompañado, cuando no dirigido,
los golpes de Estado contra Manuel Zelaya y Fernando Lugo.
Todo esto está ocurriendo curiosamente, en un momento en que la prensa
escrita y los medios tradicionales viven un momento de agonía, podríamos decir,
de fin de época, de fin de era. Los medios tradicionales: la prensa, la radio,
la televisión tradicional, la información en esos medios, está viviendo la mayor
crisis de la reciente historia mediática. Un momento en que se
está produciendo a escala mundial lo que podríamos llamar una gran extinción de
la prensa escrita y un momento en que Internet y las redes sociales digitales de
tipo Facebook, de tipo Twitter, se están desarrollando a un nivel y a una
velocidad exponencial.
Hoy día, algunas de las mayores comunidades humanas, ya no son países, por
muy poblados que sean, sino que son comunidades digitales. Facebook son casi mil
millones de usuarios, Twitter son unos seiscientos millones de usuarios. Cada
día se conectan a Google más de mil millones de personas. Cada día se crean unos
100 mil blogs, o sea, unos 36 millones de blogs nuevos al año, que se añaden a
los 300 millones de blogs ya existentes. El volumen de la información digital es
cada día más de 10 veces superior al volumen de la información impresa
tradicional.
La Era Gutenberg se termina y la Era Web comienza. Y en este contexto la
pregunta que nos hacemos es ¿qué haría hoy el joven Martí para difundir sus
ideas? Y yo pienso que si Martí tuviese hoy dieciséis años, digamos, sería
sin discusión un bloguero, un facebuquero, un twittero. ¿Por qué lo afirmo?
Porque todos sabemos que José Martí fundó a los dieciséis años su primer
periódico, que se llamaba El Diablo Cojuelo. Lo fundó aquí, en La Habana, en la
calle Obispo, el 14 de enero de 1869. Dieciséis años tenía, una precocidad
excepcional, pero una precocidad que se entiende en un joven inquieto.
En el primer número de ese diario, en el editorial que escribía José Martí,
de ese diario que el creaba a los dieciséis años, escribe lo siguiente: “Nunca
supe yo lo que era el público, ni lo que era escribir para él —escribir para el
público— más a fe de diablo honrado, aseguro que ahora como antes, nunca tuve
tampoco miedo de hacerlo”.
O sea que ese joven de dieciséis años no tenía miedo de dirigirse al público,
exactamente como cualquier adolescente joven de hoy, facebuquero o bloguero, o
twittero que no tiene miedo de escribir para el público, para un público que
desconoce; y no solo escribir, sino difundir fotos o vídeos en Youtube o en
otras redes sociales. En eso, José Martí, como en otras cosas, era un joven
moderno, era un joven de su tiempo, era un joven de la modernidad de su tiempo,
porque en 1869, el periodismo, de hecho, estaba naciendo.
Antes no había periodismo. El periodismo, digamos industrializado, el
periodismo de masas, no existía antes de los años 60. Año 1869, acaba de
terminarse la guerra de secesión en Estados Unidos, arranca la industrialización
norteamericana, como se está desarrollando también en Inglaterra, y surge, se
crea en ese momento, el periodismo moderno, el periodismo de masas.
El periodismo se había inventado un siglo antes, pero era un periodismo para
decenas de personas, no para miles, o decenas de miles, o centenares de miles de
personas. Era un periodismo cuyas publicaciones se hacían esencialmente mediante
la prensa, por eso se llama la prensa, la prensa de tipo gutemberiana, que
aplastaba una hoja de papel sobre un relieve tipográfico hecho en plomo y salían
unas cuantas hojas, unas gacetas, una hoja. Se llamaba a veces La Hoja de tal
lugar: una simple hoja con dos caras y evidentemente no tenía un gran
alcance.
Para que la prensa llegue a tener un alcance importante, hace falta que
ocurran varias transformaciones importantes. Primero, que una parte importante
de la población esté alfabetizada. En las sociedades mayoritariamente
analfabetas, poca prensa había, sino en las grandes ciudades y en algunos
barrios de las grandes ciudades. Hacía falta también que hubiese instrumentos,
herramientas, que hubiese máquinas que permitiesen la edición, rápidamente, en
unas cuantas horas de la noche, de miles o decenas de miles, o centenares de
miles o millones, al final del siglo XIX, de ejemplares que iban a ser vendidos
por la mañana y para eso hubo que inventar la linotipia, hubo que inventar la
rotativa, que no existían antes.
También tenía que existir un material poco caro que permitiese precisamente
que ese diario impreso se vendiese a un precio barato. Ese material es el papel
de nuevo tipo, el papel de periódico, el papel hecho a base de pulpa de árbol y
no el papel que existía antes, que era a base de tejido y que costaba muy caro,
que no hubiese permitido tener periódicos de amplia difusión.
Entonces hay que inventar ese tipo de papel y también se necesita libertad,
se necesita la libertad de imprimir. Es interesante observar lo siguiente sobre
este último aspecto, que coincide con lo que estoy diciendo: Martí, joven de su
tiempo, en cuanto las condiciones estaban reunidas, es decir hay una imprenta
que puede multiplicar los diarios, hay una clase social, una categoría social
suficientemente amplia para leer, para saber leer la prensa y hay libertad, en
ese momento, José Martí crea su periódico.
Digo es interesante observar lo siguiente: ¿desde cuándo hay libertad de
imprenta en Cuba? Bueno, la libertad de imprenta, curiosamente, la da por
primera vez un general, un capitán general colonial, español, se llamaba Domingo
Dulce, que firma un decreto que por primera vez propugna la libertad de
imprenta. ¿Cuándo lo da? Lo da exactamente el 9 de enero de 1869. Cinco días más
tarde, cinco días, José Martí crea su periódico. O sea, como ven este joven era
un joven que estaba esperando con dieciséis años la oportunidad para intervenir
y para crear un periódico moderno.
No olvidemos que Martí será esencialmente un periodista, un periodista
obviamente comprometido, pero periodista, periodista en EEUU para periódicos
norteamericanos, periódicos cubanos, periódicos mexicanos, venezolanos,
centroamericanos, argentinos, periodista que escribe en cantidad de diarios y
que vive la efervescencia que se vivía en el Nueva York industrializado,
nuevamente industrializado de aquel momento del siglo XIX. Es esencialmente un
periodista. Difunde esencialmente su idea, su manera de ver el mundo.
Juan Marinello, inmenso intelectual cubano, define de esta manera el trabajo
de José Martí, dice: “Parece innegable que fue el periodismo, un periodismo
distinto”, dice Marinello, “en el que se vuelcan el gran escritor, el gran
revolucionario y el gran artista, el campo donde José Martí alcanza su más alto
nivel”. Efectivamente, como periodista; como periodista comprometido.
Martí no solo publica principalmente en los periódicos la mayor parte de su
obra, sino que esta es esencialmente una constante crónica periodística, en la
que Martí no solo recoge lo más importante de la actualidad política y artística
de su época, sino también los grandes acontecimientos históricos y también los
pequeños sucesos diarios. O sea que Martí se comporta como alguien que
mantuviese un blog diario sobre lo que ve, lo que observa, lo que lee, lo que
frecuenta, etc., una especie de diario personal que es también diario de un
testigo y, siempre al servicio de causas nobles, evidentemente, con una alta
concepción de lo que debe ser el periodismo.
Siempre al servicio de la libertad de Cuba, siempre al servicio de la
integración latinoamericana, siempre al servicio de la perfección del ser
humano, siempre al servicio del bienestar de la humanidad.
Él mismo define el periodismo, o al periodista, como un soldado de la
palabra; es decir, alguien que está luchando con un arma que le es particular
que es la palabra, la palabra escrita, la palabra difundida rápidamente,
inmediatamente, efímeramente para defender una concepción humana. De hecho, está
ya comportándose como un facebuquero o un twittero; basta con ver los “tuits”
que envía constantemente el presidente Chávez antes de su enfermedad, en todo
caso y que mantiene la actividad cotidiana, digamos, de sus preocupaciones.
Es evidentemente un bloguero, o un twittero o un facebuquero, pero siempre al
servicio del progreso humano, de la ética y siempre contra la reacción, siempre
con una misma generosidad, que es un ejemplo para todos los periodistas.
Dice José Martí sobre este aspecto: “El desinterés del periodista es
esencial. Aflige cobrar por lo que se piensa y más si, como se piensa, se ama.
Un periódico sin generosidad, dice Martí, es un azote. Un periódico generoso es
una columna”. O sea que, tiene una concepción extremadamente generosa de lo que
debe ser el combate periodístico.
Esta frase de él, esta frase “Un periódico sin generosidad es un azote”, como
lo ha demostrado miserablemente El País el jueves pasado, “Un periódico generoso
es una columna”, como lo demuestra la obra entera de José Martí.
Esta frase es una frase en la que todos los jóvenes periodistas digitales,
todos los jóvenes periodistas de hoy, deberían meditar. En un artículo teórico,
he dicho antes que José Martí no solo fue periodista, sino que fue un teórico
del periodismo. En un periódico teórico publicado ya al final de su vida en
1892, en el periódico Patria, Martí define al periodista de diario de la manera
siguiente, dice: “Que no haya una manifestación de la vida cuyos diarios
accidentes no sorprendan al diarista. Eso es hacer un buen diario”, dice él.
Pero en realidad podríamos aplicarlo, por ejemplo, a Twitter esa frase.
Podríamos decir con Martí que no haya una manifestación de la vida cuyos diarios
accidentes no sorprendan al twittero, eso es tener una buena cuenta Twitter. O
sea que, lo que he tratado de demostrar es que, Martí, con una concepción
elevada, exigente, comprometida del periodismo, también tiene una concepción de
la intervención inmediata como lo permiten hoy, los digamos los medios digitales
y en ese sentido, Martí es a la vez, un gran periodista y un gran
revolucionario.
Transcripción de Danay (Cubadebate).
http://www.surysur.net/2013/02/de-jose-marti-a-facebook-periodismo-y-compromiso/
Ignacio Ramonet es director de "Le Monde diplomatique en español" www.monde-diplomatique.es
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